Delmira Agustini fue la más destacada poetisa del Modernismo. Exuberante prestigio para cualquier escritora. Pero no para la crítica de Rubén Darío. El gran maestro la elevó hasta la cúspide de la literatura española. La comparó con Santa Teresa. En Pórtico, Darío la proclama como la única, desde la Santa, en expresarse como mujer.Agustini, con el apoyo de su compatriota María Eugenia Vaz Ferreira, abrió las puertas a la poesía femenina. Cierto que tenemos el orgullo de tener sobre pedestales bien merecidos a varias notables escritoras que deleitaron nuestra literatura antes que ella. Pero esta joven uruguaya ignoró las barreras y narró sus sentimientos tal y como los sentía. Inadvertidamente - ¿quizás? - logrando lo imposible, la igualdad del género sin competir con el sexo opuesto.
Fascinación causó en sus lectores, entre los cuales se encontraban los más notables escritores en boga. A pesar de su extremado erotismo no existe una sola desfachatez ni vulgaridad en sus obras. Su forma y expresión poética es considerada a la par con la de los más distinguidos modernistas, los cuales se esforzaban al máximo por alcanzar la perfección. La musicalidad de sus versos también es obra de admiración. Y con respecto a la espiritualidad en la sensualidad, bueno, ahí Agustini se encuentra muy aventajada en una clase por sí sola.Estudios de sus cuadernos prueban el esmero que desarrollaba en la purificación de sus obras. Su diversificación y proliferación también son destacables. Razones por las cuales han habido muchos entendidos en la materia quienes han afirmado que si hubiera tenido la oportunidad de madurar su talento unos escasos años más, hubiese matizado los ensueños de los ángeles.
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